Podcast
Querida playa,
Sabes que me he criado contigo. Los veranos eternos y los fines de semana de invierno… fríos. Siempre me has acompañado y parece que sigues haciéndolo.
Recuerdo querer llegar más alto subida al columpio del parque y formar parte del equipo de bici familiar, encima de mi mountain bike y con el casco y gafas ciclistas puestas, el kit completo no podía faltar. De nuevo la tropa volvía a hacer kilómetros y a investigar nuevas rutas: mis padres, mi hermano y yo.
Los inviernos eran fríos y con mucha humedad. Abrigada hasta arriba, mi madre ya se encargaba de ello, dábamos esas largas caminatas (o eso me parecían) por el paseo marítimo. No recuerdo bajar a la playa fuera de la época estival, quizá porque mi madre evitaba que volviese a casa llena de arena. En al apartamento, el olor a estufa de gas nos recordaba que tendríamos que esperar un poco hasta que el ambiente se calentase. O momentos tan imborrables en el sofá tapados con la tela de la ratera, mientras mi hermano y yo esperábamos a que nos llegase la hoja de la alcachofa que nos daba mi padre (nos encantaba comer la alcachofa cruda. Nos repartíamos sus hojas entre los tres y mi hermano y yo esperábamos lo mejor, comernos su corazón). Una vez terminado el manjar, nos encantaba enseñarle a mi madre nuestra lengua negra. Una de las consecuencias de comer alcachofa cruda…
Los veranos. No me gustaba madrugar y mis siestas eran obligadas. Bajar a la playa era la rutina diaria. No salía del agua y mi madre siempre iba detrás de mí para ponerme la gorra (ahora sigue haciéndolo).
Amiga, hoy he decidido escribirte porque, pese al paso de los años, sigues ahí, haciéndome recordar bonitos momentos y regalándome nuevos.
Hoy quizá te disfruto de otro modo. Madrugo para verte despertar, recorrer tu orilla en zapatillas, a veces, y sentir la desconexión que regalas. Esta vez ¡ASÍ!
El vestido, regalo de los Reyes Magos 🙂
Hola Gemma!que bonito poder sentir y recordar todo esas sensaciones que se traducen en el momento que las recordamos y echamos de menos ,
Así es. Esos momentos no hay que olvidarlos, hacen que nos saquen nuestra mejor parte. Gracias por tu comentario
Esa niñez que nos moldea y nos asienta , acobija y alimenta se hace invencible con el tiempo , se hace fuerte y vuelve ecos , esos sitios , los momentos , en que el tiempo no era un reto. Hoy tu reto sí es el tiempo, y aún eliges los destellos de las olas , las mareas , misma arena , mismos vientos, mismo sueño y mismo anhelo . Ser feliz.
Bonitas palabras para describirlo. Muchas gracias
Que bonitas palabras, deseo que su amistad perdure por siempre, sin duda los recuerdos son un tesoro invaluable
Tambien se te ve hermoso tu vestido, de que marca es? Me encanto
Muchas gracias 🙂 El vestido ya tiene unos añitos, pero es de Massimo Duti. Un besazo.