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Creo que te quiero un poco, pero solo un poco nada más. No esperes que dedique más parte de mi tiempo a tenerte cerca, porque no va a ser así. Hola incertidumbre.
Estos días me he mirado mucho al espejo y he sentido que tenía que decirme estas palabras: Me abrazo a mí misma. (El día de la foto le hablaba a mi rodilla, con la incertidumbre de no saber a qué se debía ese bulto. Ahora ya lo sabemos: Mi cuerpo no ha asimilado bien una parte del tornillo y no ha logrado absorberlo, ello se ha traducido en la aparición de un quiste).
Y lo estoy haciendo, porque pese a que sienta que mi cabeza está bloqueada, sé que tengo eso que hace que me venga arriba. Exacto, le estoy hablando a la incertidumbre y cuando digo que tengo ciertos sentimientos positivos hacia ella, aunque suene loco, es así. ¿Cómo puede gustarte ella? Podéis estar pensado (imaginad que ahora mismo, mientras escribo estas líneas mi boca está haciendo una mueca de resignación, pero a la vez también nace una ligera sonrisa).
¿Qué puede tener de bueno la incertidumbre? Detrás de este concepto existe algo que me aterroriza, pero que a su vez me remueve el estómago –para bien– que es el conocimiento limitado, porque me reta. Me impulsa a ponerme a prueba para averiguar eso que no sé, que me pone limites y que me ha puesto el freno de mano para seguir avanzando.
Los hábitos me calman y el orden los complementan hábilmente. Hay temporadas que llevarlos todos a cabo me satisface y en cambio, hay momentos en los que necesito parar por completo y dejar algunos de ellos aparcados. Esto fue exactamente lo que me pasó el pasado mes de junio cuando sentí que debía parar un poco y reordenar prioridades. ¿Os ha pasado? Cuando creéis que vais a por ello firmemente decididos, con un mapa estructurado y llega un día que esa prioridad deja de tener el grado de importancia que le disteis.
Sabéis que fluyo escribiendo, plasmando lo que mi cabeza rumia y el colocarme en la línea de salida de una carrera puede que tenga algo que ver en todo esto. Siento que esas crónicas de las carreras que tanto me llenaban ya no están. Hace meses que no aparecen en el blog, no tengo historias propias que contar y me pesa, y mucho. Situación, quizá, que hace que no me motive el enfundarme en looks nuevos para correr y compartirlos sudándolos, como tanto me gusta hacer.
Pero tampoco me corre prisa colocarme un dorsal. No sé si me cuesta volver a retomar esa rutina/ambiente de una prueba o es que les tengo respeto a las carreras. No creo que en mi exista un miedo a correr, a sumar kilómetros, porque mañana mismo voy a probarme haciendo 5km para la carrera virtual de Bimbo, la Global Energy Race. Lo sé… no es lo mismo, pero es un inicio, más bien, una vuelta.
Sin más, me he decidido a escribir esta nueva entrada para ver si se traduce en un impulso personal para conseguir algún desbloqueo. Por eso he mencionado al inicio la frase de: Me abrazo a mí misma. Porque me aplaudo por ser consciente de que no fluyo como querría y lo asumo. Y si la incertidumbre tiene que ver algo en todo esto, la acepto, le saludo, la arropo, pero le miro a la cara y le digo: ¡Aquí estoy yo!
Tras un parón se pierde el gusanillo de competir, pero cuando vuelva parecerá no haberse ido nunca!
¡Qué bueno leer esto!
Me encantado esas palabras se ve que son muy sinceras y tranquila que los bloqueos se iran poco y voveras a correr con fuerza otra vez
¡Muchas gracias! Es un lujo teneros al otro lado 🙂