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Alevín, esa era mi categoría. He querido plasmar este recuerdo, tras ver hoy a una niña con su padre por la calle, pues parecía que volvían de que ella hubiese practicado su clase de deporte. Es cuando me he dicho: “¿Gema, te ves?”
Llegamos a Onil, municipio de Alicante, allí era donde se celebraba el campeonato provincial de campo a través. Competía en la categoría Alevín e iba con otras compañeras y compañeros del colegio de edades superiores. Tras la tormenta de la noche anterior, el fango iba a ser el gran protagonista del recorrido.
Como era habitual, mi padre también estaba allí acompañándome y no recuerdo que me dijese ninguna frase que hiciese que me sintiera presionada por ganar, solo me decía: “Vinga xiqueta! (¡Venga hija!). Seguro que le respondería con una sonrisa y me iría corriendo a colocarme en la línea de salida, ya dándole movimiento a mi coleta bien alta que me había hecho mi madre en casa.
Yo no pertenecía a ningún club de atletismo, por lo que no contaba con ninguna ropa específica, aunque recuerdo que mis mallas eran las negras de lycra que utilizaba debajo de los pantalones de la equipación de baloncesto. De camiseta, solía recurrir a los polos de la marca de textil de la empresa de mi padre, nada parecido a la tecnicidad de una prenda deportiva.
En carrera, mi mente solo tiene el recuerdo de los últimos metros para alcanzar la meta. Iba en el grupo de cabeza y por lo visto, mis piernas pensaron que la mejor opción para ocupar el puesto de líder era sobrepasar a mis contrincantes en una cuesta, con un desnivel considerable. ¡No era nada descabellado! El lugar de entreno del colegio contaba con una cuesta importante y era allí donde jugábamos a picarnos y nos adelantábamos en plena subida.
Ya siendo primera y una vez concluida la cuesta, apenas ya contaba con fuerzas para seguir ¡quedaban muy pocos metros para la meta! Bajé el ritmo, a la espera de que la corredora que me acechaba me adelantase, pero de repente, una voz grave me despertó. Un grito de mi entrenador no me dio opción para dejarme vencer y simplemente levanté la mirada del suelo, mi cabeza alertó a mis piernas y empecé a correr más deprisa. No miré atrás, solo corrí y corrí, hasta que un giro a la izquierda me llevó a la entrada de un recinto (supongo que sería la pista de atletismo). Ya pude ver el arco de meta. Lo hice, me proclamé primera provincial.
Es cierto que me llevé un triunfo, pero cuando hago memoria de ese día, veo a mi padre y recojo su apoyo incondicional porque yo disfrutase, sencillamente eso. También dibujo la figura de don José, el que por aquel entonces era director del que fue mi colegio, Santa Ana, y que también fue mi profesor de gimnasia.
Vínculos, el deporte me ha hecho crear lazos y eso es lo que siento que mi cabeza ha guardado con cariño.
No fui una niña que corría por ganar, solo me gustaba correr. Esa niña que hoy iba con su padre por la calle desprendía entusiasmo, supongo que le estaba contando todo lo que había hecho en su clase. Supongo que eso es lo que me gustaría transmitir a la personita que algún día llegará a nuestras vidas, pasión e ilusión por los pequeños pasos que logramos dar.
Un recuerdo muy bonito. Hay que transmitir a los niños que el deporte es ilusión, pasión y diversión. Me duele mucho ver a padres obsesionados con que sus hijos ganen (a cualquier precio). Ese recuerdo te ayudará a transmitir buenos valores a tus hij@s.
De vez en cuando refrescarlos nos dan alas 🙂 Muchas gracias.
Avant, sempre avant!!