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Desafío Lurbel: Vencimos al Calar del Río Mundo

13 abril, 2015

Soy muy lanzada y le tenía mucho respeto. Mi primera carrera de montaña y se me ocurre decir que ‘Si’ al Desafío Lurbel del Calar del Río Mundo. La previsión meteorológica para el fin de semana no acompañaba, me acostaba la noche del sábado rezando para que no lloviera. Nervios, dejaba todo a punto para la carrera (que no era poco) y cerraba los ojos, ‘mañana es el día’.

Lo escuchaba de fondo, eran las 7:30 de la mañana, me asomé a la ventana y lo vi, lluvia a cántaros. Temblaba por los resbalones, mi cara lo decía todo ‘¡dónde me he metido!’. Llegaba al lugar del encuentro, la plaza del Ayuntamiento de Riópar, el ambiente era increíble aunque yo me encontraba fuera de lugar. ‘Estos sí que son verdaderos corredores de montaña’, me decía, yo solo lo aparentaba. Esta vez había intentado adecuar mi vestimenta a esto del trail, complementos que ignoraba de su importancia y que los llevaba porque ‘decían que eran obligatorios’.

Desafío Lurbel

‘Obligado el uso de gafas de sol’, decía el reglamento. ‘¿Gafas de sol? Apenas hará sol ¿por qué debo llevarlas’. ‘Si subes al Padroncillo y hace ventisca no verás nada’, me dijeron desde la organización. El mismo día de la carrera, a las 8:45 me compraba las gafas de sol en la Feria del Corredor. Ahora sí que lo llevaba todo, por lo menos me sentía tranquila de tenerlo, pero el mal tiempo provocó que no bajara mi alerta ¡La lluvia adquiría un papel y era el de protagonista!

Iba sola a la carrera o por lo menos eso creía, pero no fue así. Nos metían en el ‘corralito’ y me acompañaba Miguel, un chico que conocí en la cabaña donde nos alojamos. Apenas faltaban minutos para arrancar, todos a mi alrededor parecían unos auténticos gladiadores. Gritos poderosos y yo solo quería que parase de llover. Estaba temblando del frío y lo único que me hacía olvidar la situación era sacar la cámara y grabar. El speaker daba el pistoletazo de salida y ya no había vuelta atrás ¡estaba en una carrera de montaña!

Desafío Lurbel

¡Arranca el Desafío Lurbel Calar del Río Mundo!

Empezábamos en el asfalto y el sonar de nuestras pisadas sobre la carretera mojada hacía que pareciésemos una tropa de luchadores con ansias de devorar la montaña. Yo por el momento no me sentía así. Primera subida y la marea de corredores empezaba a caminar… ‘Caminaremos entonces…’. Primeros dos kilómetros y apenas los noté, cuando nos adentramos en la montaña un gran tapón hizo que la carrera se parase, momentos de risa, comentarios… empezaba a relajarme, además ¡había parado de llover! A lo lejos se veía el fin de la subida, el pelotón se dispersaba y empezábamos a correr.

La carrera tenía dos subidas importantes, la primera ‘La Caseta de los Pastores’ con una altitud de 1405 m y la segunda de 1586 m, el ‘Padroncillo’. Empezaba a relajarme, todavía corríamos en fila y suficiente parados para reírnos de la situación y de las historias de algunos. ‘Ya tenemos hecha la primera subida ¡vamos a por el Padroncillo!’, me decía Miguel. Ahora empezaba la primera bajada. Una avalancha de corredores me adelantaban, uno detrás de otro. No quería frenar a Miguel y le dije que fuese delante. ‘Te espero abajo, en el avituallamiento’, me gritó. La velocidad había parado y quedaba yo, sola en la montaña. ‘Venga, tranquila, baja poco a poco, disfruta de lo que tienes a tu alrededor’, me autoconsolaba. Empecé a ponerme nerviosa, no despegaba la mirada del suelo y de refilón buscaba las señales del  camino para asegurarme que iba por la ruta correcta. Apenas miraba la espectacular naturaleza que me rodeaba. A la marcha y con calma (recordaba los consejos de Sucman – Beta Trail Runner). A lo lejos escuchaba voces, veía a corredores, ya no estaba sola. Me reencontraba con Miguel y seguimos hasta el avituallamiento.

Acostumbrada al asfalto donde los avituallamientos son de paso, donde evitamos perder tiempo, aquí era todo lo contrario. Un gran número de corredores parados, comiendo, llenando las botellas, de charla… recargué uno de mis botellines de agua y apenas descansé. Falta de experiencia, costumbre del asfalto… no tomé nada de comida en los avituallamientos, iba a base de geles y ni me paraba a tomármelos. ‘Gema yo quiero comer y reponer fuerzas, ves delante que yo te alcanzo’, me dijo Miguel. Sabía que lo haría, así que tomé rumbo al próximo destino, el nacimiento del Río Mundo. Imágenes indescriptibles, ahora sí que estaba disfrutando, ya llevaba alrededor de 11 km de carrera y las sensaciones eran buenas. A lo lejos, ahí estaba, dejábamos una montaña para culminar el temido Padroncillo. Tenía sed, no había dosificado lo suficiente el líquido que llevaba y todavía teníamos que subir y bajar para llegar al siguiente avituallamiento. ¡Error y horror! No podía imaginar lo que me encontraría, una subida interminable, todos en cola, las piernas empezaban a flojear. A lo lejos lo veíamos, la cima estaba cerca, tenía que pararme para verlo ¡habíamos culminado el Padroncillo! Hacía mucho viento, pero no importaba porque era ‘el momento’, satisfacción, locura… ¡Ahora tocaba bajar!

La fuerzas tocaban fondo

Seguía los pasos del resto, empezaba a tener seguridad en mis zancadas. Algún que otro girón de pie tuve, resbalones ¡pero esto es la montaña! En los tramos de senda aprovechábamos para coger ritmo de carrera, pero mis fuerzas ya se estaban agotando. Llegamos al último avituallamiento, de nuevo solo bebí y vuelta a correr. Habíamos podido con 22 km ¿qué eran 3 km? Pero todavía quedaban subidas y mis piernas ya decían basta. Necesitaba parar y tomar mi último gel. Me costaba seguir, no solo por la piernas sino porque necesitaba orinar, no lo había hecho en toda la carrera. Pero quedaba nada y los ánimos de Miguel me daban las fuerzas para que no me parase. A lo lejos veíamos el pueblo ¡solo un último esfuerzo! Escuchaba gritos de gente, nos adentrábamos en las calles, reconocía la plaza del Ayuntamiento a lo lejos. Subimos las escaleras, el speaker nos llamaba por nuestro nombre. Miré el crono, 04:25:44, Miguel se giró y me cogió, ¡cruzamos juntos la meta!

Agradecimientos: Tengo que agradecer a Lurbel por haberme brindado la oportunidad de correr esta carrera y adentrarme en la montaña. Gracias a todo el equipo de Sanus Vitae, a Rubén Gadea y a Andrea Ferrándis por la planificación express, tanto de entrenamiento como nutricional. A José Sucman (Beta Trail Runner) y Carlos Pascual por todos los consejos y salidas por la montaña y a Diego, por ser el primero con quien me lancé por el monte. A todo el equipo de Valencia Runner por los ánimos, familia y amigos. Y por supuesto a vosotros, por cada mensaje de ánimo, ¡imposible correr sola!

Colaboradores

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