Podcast
¡Amarillo! Paraguas, botas de agua y si hubiese podido, gabardina. El amarillo siempre tenía que estar presente, aunque mi madre ya cuidaba que no pareciese un “pollito” y dejaba mi amor por este color para los complementos y juguetes ¡todo tenía que ser de color amarillo!
El amarillo siempre ha sido mi color preferido, pero si me paro a pensar, apenas ha estado presente en mi armario hasta hace relativamente poco. Pese a ser mi primer color de la lista sentía que llevarlo no encajaba conmigo, ¿quizá inseguridad? Ahora, analizando, puedo confirmar que sí. Llevar una prenda de color amarillo me hacía sentir observada y eso no me gustaba, más allá de pensar si me quedaba bien o mal. Ahora, analizando y con el paso de los años pienso ¿seré boba? Parece que tenemos que mirar desde otra perspectiva y crecer, quizá, para sentirnos seguros de nosotros mismos. Si algo nos sienta bien y nos gusta ¿por qué pensar en el qué dirán?
Amarillo ¿por qué no?
Vuelvo la mirada atrás… Empecé con un jersey amarillo… arrancaba la Primavera y encajaba.
Luego me atreví con un vestido totalmente amarillo. Calor, vida, luz, alegría… conceptos de dan nombre al verano. Bodas veraniegas… el amarillo también se hacía un hueco.
¿Y en invierno? Lo que creía haber pensado, no pasó por mi cabeza. Me lo probé, me gustó y me lo llevé. ¿Y el qué dirán? Me hice con una prenda grande, un abrigo largo totalmente amarillo, más bien amarillo mostaza (el amarillo y sus derivados) ¿Se me ve? Sí, os lo aseguro ¡y de lejos!, pero ¿y qué? Me gusta. El invierno ya es demasiado gris para sumarnos nosotros también, ¿no creéis?