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¿Pero en serio que vas a ir a correr 25 km? No recuerdo cuántas veces mis amigos me hicieron esta pregunta durante este pasado fin de semana a San Sebastián. Un viaje de placer. Todo un grupo de amigos rumbo al norte para visitar a una amiga en San Sebastián. Yo misma lo dudaba, esos 25 kilómetros planificados para el domingo no estaban nada claros.
Viajar implica disfrutar de la gastronomía de la zona y pese a estar siguiendo un plan nutricional específico para la maratón de Barcelona y estar en mi primera semana del reto #Changebeginstoday de Germaine de Capuccini, un poco de tregua si que tuve ¡pero solo un poco! El zurito, el txakoli, los pinchos y la sidrería del sábado noche… todo apuntaba a que el ‘largo’ iba a ser aplazado para el lunes. Todo jugaba a favor de caer en la tentación de saltarme el entreno o en el mejor de los casos, de aplazarlo. Las previsiones meteorológicas no iban a ser las mejores compañeras de viaje, lluvia para todo el fin de semana, y no iba a ser poca. Alertas de lluvia que vosotros mismos desde la redes sociales ya me preveníais.
Un viernes que… se alargo un poco por los bares y que cerrábamos con los paraguas bien mojados para nuestro apartamento. Buenas noches mojadas.
¡El sol despertaba!
La mañana del sábado fue más temprana de la que esperaba, 8:30 de la mañana en pie y un sol que daba los buenos días. ¡Había salido el sol! Automáticamente me vino a la cabeza el largo del domingo… pero la cena en la sidrería que nos esperaba no parecía ser la mejor comida y descanso para afrontar los 25km que me esperaban. Paseos por sus playas, subida al Monte Igueldo y remate en la calle 31 de Agosto. No hace falta que entre en detalle, solo diré que soy de txakoli.
Paro el tiempo y analizo. Llegada viernes por la noche ¿y mi primera pregunta cuál fue?: “¿Dónde podría correr 25 km?” “¿La playa de la Concha es suficientemente larga”? Sábado por la mañana y paseo por sus playas: “¿Si sigo recto es un buen trayecto para mi entreno?”. Momentos de charlas y comentarios varios entre los que siempre aparecía: “¿Pero en serio que vas a ir a correr?”
l sábado por la noche… rumbo a una de la sidrerías de la zona ¡suculento festín de la bebida! A grito de ‘¡txotx!’ la tarea estaba clara, acercarse al barril a probar la sidra. La sidrería cerraba sus puertas y parece que mi cabeza ya había tomado una decisión en el momento en que decidió pasarse al agua. Mañana tocaba madrugón.
Yo vuelvo y tu te vas
¡La juerga llegaba a la 6.00 AM al apartamento! ¿Hora a la que supuestamente tenía que abrir los ojos? Despertador programado para las 6:30 AM. Las calles de San Sebastián no estaban nada dormidas, unos se quitaban los zapatos y otros se calzaban las zapatillas. Empezaba mi largo de 25 km.
Perdida, un poco, pero tranquila porque no era la única que hacia esta ‘locura’. Sumaba kilómetros y desde el minuto uno había decidido no darle al play de mi playlist, el ruido de las olas era la mejor música para una mañana como esa. Una soledad para soñar, pensar por algún momento lo bien que estarían mis amigos durmiendo en la cama, pero que a la vez me atrapaba. Encaraba la Playa de la Concha y de repente la soledad que me acompañaba desapareció, conocía a Carlos y a sus compañeros de kilómetros, todo un grupo de equipo de corredores me invitaban a que compartiese ruta con ellos. ¿Quién me hubiera dicho que mi largo por San Sebastián llegaría a saber de esta manera tan especial? Chicos, ¡gracias a todos por hacerme sentir una más del grupo! Risas, curiosidades, consejos, ánimos… Correr, ¡así sí! Sin duda, un entreno muy especial y de esos que no se olvidan. ¡No corres solo!
El despertar llegaba al apartamento, el domingo había llegado para mis amigos: «¿Pero te has ido a correr?»