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Cuarto de maratón de Alcoy: La mejor carrera de mi vida

5 diciembre, 2017

“¿Nos ponemos tan delante?”, le pregunté. “Aquí es donde tenemos que estar”, me respondió. Empezaba el Cuarto de Maratón de Alcoy, 10.548m.

Este año, el Cuarto de Maratón de Alcoy, que se celebra a la par que la Media Maratón, ocupaba un lugar muy especial en mi calendario runner. ¿Por qué? Fue la prueba con la que arranqué el blog; mi primera carrera después de años sin ponerme un dorsal; corría en casa; me había enfrentado a ella tres años consecutivos; y el año pasado tuve que ausentarme por trabajo. Sí, esta carrera lo merece. (1er año, 2º año, 3er año). Adelanto que todas fotos fueron tomadas por Adr Sportphoto ¡carrerón se pegó para cazarnos!

Solo tenía que seguirle. Corría junto al marido de mi prima, José Carlos Navalón. Confiaba en él y aunque tan solo habíamos compartido kilómetros en una ocasión (este verano en la Carrera de Piles) sentía que podía dejar la planificación de la carrera en sus manos.

No miré mi pulsómetro. No me lo propuse, solo que no sentí la necesidad de hacerlo. ¿íbamos rápido? No lo sé. Lo que recuerdo es que miraba a mi alrededor, sentía a Alcoy, a su gente, y no dejaba de escuchar todo lo que me decía José Carlos en carrera.

Kilómetro… ¿2-3? No sabría concretar, solo recuerdo que terminábamos de dejar a atrás una cuesta y encarábamos una avenida larga, Entenza, la calle donde vivían mi abuelos. “¿Qué pulsaciones tienes?”, me preguntó Jose Carlos. Miré el reloj y me asusté ¡Casi 180ppm! Él me dijo: “Seguimos con calma, intenta bajarlas”. Aproveché la recta para mirar de reojo el pulsómetro, sin percatarme del ritmo que llevábamos.

Teníamos a nuestro lado una bicicleta, pensé: “Eso es bueno, ¡creo!”. Así era. La organización había dispuesto de bicicletas que acompañaban a los tres primeros puestos de cada una de las categorías y clasificaciones. No podía estar pasando, pero la bicicleta no se despegaba de nosotros, llevaba la bicicleta de la segunda clasificada femenina del Cuarto de Maratón.

“No vamos a adelantarla”, me dijo. Seguíamos los pasos de una chica, a quien también le acompañaba una bicicleta. ¿Era la primera? Tuvieron que pasar unos metros para percatarnos de que estábamos por detrás de la primera clasificada de la Media Maratón. Nuestro objetivo no estaba localizado.

“Déjate caer, pero vamos a apretar. Zancadas amplias”, me recomendaba. Me sentía como una alumna. “¿Ves? Estoy haciendo zancadas largas”, le decía.

Era el momento de la verdad

Era el momento de intentarlo. El ritmo era bueno, eso creía, o por lo menos así me sentía. Nos adentrábamos en el centro de Alcoy, llegaba una de las zonas más duras de la prueba con alguna cuesta que otra ¡que seguro será recordada por muchos!

Sabíamos que era la parte decisiva de la carrera. Una vez dejásemos atrás ese desnivel más pronunciado, solo nos quedarían bajadas y rectas. Culminamos y nos deslizamos. ¡Estaba corriendo por la calle San Nicolás! Calle por donde pasa la histórica Cabalgata de Reyes Magos y las reconocidas Fiestas de Moros y Cristianos. Llegamos a la Plaza de España y grité ¡Tirisiti! El protagonista de una de nuestras representaciones de títeres con una antigüedad de más de cien años que vuelve cada año por fiestas de Navidad.

¿Puedes?

Teníamos dos opciones, así fue como me lo planteó: O empezar a incrementar el ritmo o mantenerlo hasta el último kilómetro, momento en que lo daríamos todo. Mi respuesta fue: “Mejor mantenemos”. Me sentía bien, era una sensación extraña, pero a la vez pensaba que eso podía terminar de repente. Era el kilómetro 8 y hasta entonces no me había percatado de cuantos kilómetros llevábamos.

Llegamos a esa recta. La Alameda, la meta estaba cerca. A lo lejos los vi. Eran mi padre y mi novio. Entendí sus gritos, su mirada, la bicicleta seguía a nuestro lado. ¡Iba segunda! Pero encaramos el Puente de San Jorge y le dije a José Carlos: “Voy ‘petada’”. Cuando giré el puente vi a la tercera clasificada, no estaba tan lejos.

¡Qué pasa!

Jose Carlos empezó a correr. “¿Por qué corres tanto?”, le grité. Solo quedaban 500m para el final y no entendía nada. ¿Tenía la tercera tan cerca? Solo recuerdo que corrí, ahí fue cuando sufrí de verdad. El no saber, la emoción… corrí.

Escuchaba gritos, música, la voz del speaker… ¡allí estaba la alfombra azul! Y al fondo, la meta. “¡Dale!”, escuché. Era José Carlos que bajaba el ritmo y se quedaba atrás. Me giré y le grité que no, que cruzase conmigo la meta. No fue posible, no me dejó. Solo me gritó: ¡Corre!

Crucé esa línea. Era la segunda en la clasificación femenina y primera senior. 46:00, a un ritmo medio de 4:20 km/min, ¡no me lo podía creer!

¡Lo hicimos! Y Así cerré la carrera: «Papà, ho he fet!»


Quiero hacer una aclaración a raíz de lo acontecido con la entrega de premios. Esto fue lo que sucedió. Corría la carrera invitada por la organización, que tuvo el error de inscribirme como género masculino. En el momento de la entrega de premios, mi nombre no aparecía y por tanto, no me llamaron para recoger el trofeo, el ‘Caracol’. Fue un error que intentamos subsanar comunicándoselo a la organización mientras seguían entregando los últimos premios. Sin embargo, no se reaccionó, no se comunicó el error.

Solo quería explicar lo sucedido sin ahondar más en el tema ni en las reacciones del momento. Hoy tengo que decir que tras mostrar, de la mejor forma que pude, eso creo, mi desilusión, porque fue eso, tristeza, esa misma noche recibí una llamada de David Miró, miembro de la organización. Quiero aprovechar estas palabras para darle las gracias, su interés mostrado tras conocer lo sucedido fue impecable y tengo que agradecerle su gesto y palabras.

Hoy he recibido esta imagen:

Sin más vuelvo a repetir: Fue la mejor carrera carrera de mi vida.

  • Jose dice:

    Ole Gemaaa!!bonita crónica,que decirte ?enhorabuena,ya sabes mi lema cruzar y disfrutar (salud y kms)

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