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Foto de Edu Ripoll para el Levante EMV.
Encogida de frio y entre risas junto a Laura, compañera de equipo, quería intentar lo que mi entrenador me había confirmado segundos antes: puedes correrla por debajo de 4 min/km. Ayer me enfrenté a la Carrera Never Stop Running “No te rindas” de Circuito Carrera Populares de Valencia y sentía que estaba preparada. Solo un pequeño detalle que tiendo a pasar por alto, ¿y el calentamiento para cuándo?
Lo sé, no puede ser una excusa y también soy consciente de que no puedo no calentar antes de una carrera. No.
Le di al botón de mi pulsómetro, la carrera había empezado. Laura sería mi liebre, entrenamos juntas y tan solo sería un entreno más de series, sin tiempos de descanso, claro. Una serie de 5km que no pude terminar con ella.
Ya la dejé ir en la primera recta
“Tengo la respiración muy acelerada”, me dije en la primera recta. Era el kilómetro 1 y mi reloj me marcaba 3:40 min/km. Decidí dejar que Laura se fuese, de no hacerlo, lo terminaría pagando. Pasaron unos pocos metros más para comprobar que había cerrado el primer kilómetro en 3:47 min/km.
Mi cuerpo había entrado en calor, empezaba a encontrarme en mi sitio y mis zancadas ya estaban cruzando la larga Avenida del Puerto, de casi dos kilómetros de distancia que nos llevaría hasta el puerto. Mientras, sentía como me quedaba atrás al ver que los corredores empezaban a adelantarme. Revisaba el reloj y no tenían por qué saltar las alarmas, pues lo estaba consiguiendo, corría ligeramente por debajo de 4 min/km. “Gema es una carrera muy rápida, sabes cuál es tu juego”, me decía.
Las respiraciones y zancadas de los corredores se sumaban al silencio interior con el que corría, un escenario que me llevó, por fin, hasta el puerto. Unos ligeros giros nos encararon para adentrarnos en la última recta y con ella, el último kilómetro de la prueba. Pero aquí, mi aliento me decía que ya estaba rozando mi límite y así lo corroboraba el reloj: fin del kilómetro 4 a 4:04 min/km. La respiración me pesaba, pero mis piernas me pedían que apostase por exprimirme.
Llegó mi liebre
“¡Por fin te alcanzo!”, me gritaron. Era Víctor, compañero de carreras y gran liebre. El verlo me hizo sentir que no podía bajar la guardia y sabía que haría lo posible para que diese más de mi. La voz del speaker estaba cerca y significaba que con él, la meta.
Gema, corre. Gema, no pienses en que no puedes. Gema, puedes. Gema, solo te quedan los últimos metros de la serie…
Gema, ¡cruzaste! Me había exprimido, pero sentía que no había sido suficiente. Miré el reloj y esos números hablaron: te quedaste en 4:05min/km.
Por cierto, tengo que dar la enhorabuena a mi compañera Laura ¡ella lo logró!